La vida es parte de tu ser le dije…, días atrás recibí una noticia mediante una llamada telefónica la que me dejó impávido, pues
nada que pudiera hacer estaba en mis manos en ese momento o peor aún mis escuetas palabras que alcanzaba a
decirle a manera de consuelo, se que estas no fueron conforte para aplacar las
huellas que se habían marcado en su memoria; y es que como es de costumbre las
malas noticias llegan sin dar tregua a nada, son las primeras en llegar y más
aun con la tecnología que nos invaden a bombardeo a nuestros sentidos. Mientras
continuaba su relato con voz baja,
entrecortada y sollozante todo cuanto a fuerza le había tocado vivir, esta
noticia se quedaba retumbando como ecos en mi mente, horrorizado escuchaba y
sin advertir sus reflejos; como puede ser posible que eso haya pasado me decía en
mis adentros sin tan siquiera susúrralo, creo que por un instante mi cerebro se
bloqueo e intento desconectarse a propósito,
quizá fue una especie de defensa mental cuando se le hace difícil asimilar un
proceso, y es que aquella noticia era bastante
fuerte para mí; contrario a esto debo decir que en aquel día hacia un sol muy
radiante, cielo azul y despejado, al
parecer minutos antes mi cerebro también
había maquinado mi propia invitación a viajar y sin rumbo fijo. Pero es mejor puntualizar en
mi relato, es así como al otro lado del teléfono mi locutor continuaba
escarbando en sus heridas, el tiempo fue un cobarde para mi…, si no fuera por
mi hijo ya me habría pegado un tiro…, fueron unas de sus tantas palabras, y con
esto el día perdía su lugar, su encanto, pinceladas de vivos colores se tornaban en grises pinturas y pálidos bocetos cual principiante en su blanco
lienzo inicial; mis oídos conforme se mantenían atentos a su relato, también me decían sacúdeme!
sacúdeme! que esto no puede ser cierto; en eso una briza se colaba por mi
ventana , entro en mi lamentar, lo refrescó, seguido de un sí, es verdad, este
mundo loco es así, dejan sus cicatrices, tatuajes del alma que a veces ni el
doctor tiempo es capaz de curar, finalmente su angustia colgaba al teléfono, en
ese momento me abrazo una profunda melancolía y con ella vino una metáfora, y era que nada me llenaría más
que ser el viento, si, ese misma brisa
que se coló por mi ventana minutos antes, así podría ir y evaporar el llanto
que recorría sus mejillas, pero nada de esto era posible, pues metáfora es tan
solo una palabra con un nombre inusual, así
era como le pedía a Dios que por favor
no delate mas a sus pesares y que su angustia se dilate hasta convertirse tan
solo en alegría.