24 marzo 2010

Está en mi…

Sin duda la mejor etapa de mi vida fue cuando niño, el caminar, correr, saltar y todo aquello que involucra serlo, y claro mi palabra favorita “juego”, jugar a lo que sea o con quién sea, tenía esa facilidad que casi todo niño lo tiene, hacer amigos fácilmente y todo con el único propósito de “molestar” ¡perdón! de jugar, pero debo decir que cuando nadie estuvo de ánimo o mejor dicho, el que sus padres no les daban el tan ansiado permiso, para mí no era algo realmente imprescindible que digamos, gracias a esa increíble creatividad que solo un niño es poseedor. Así, aparecían juegos hasta como por arte de magia, inclusive alguno que ni yo mismo sabía siquiera que existía y que a la hora de ponerlos en práctica eran más que divertidos.

Pero como el tiempo tiene su marcha, a de transcurrir y así, “madurar” (no sé por qué escribí esta palabra) a la persona, todo esa pequeña etapa de la vida, inevitablemente se va quedando con los mismos años, y digo pequeña, pues creo que cuando una persona ya es “grande” cuenta con nostalgia su ayer y lo atesora como algo muy valioso. Bien dicen que “el show debe continuar” es decir que al crecer lo suficiente en edad las responsabilidades empiezan a aparecer y de golpe; en mi caso esto involucraba deshacerse de los tan imprescindibles juguetes que supuestamente ya no utilizaba, esto según mis padres, pretendiendo quizás ser regalados o peor aún echados a la basura, recuerdo que decidí, no correría tal riesgo, ya que en ciertos casos optaba por ocultarlos inmediatamente si alguien osaba preguntar por uno de ellos, pues casi lloraba para que pudieran serme comprados.

Y por supuesto, con este venir de los años, también llega la hora de cambiar de amigos, alejándome así de aquellos del barrio, con los que a veces terminaba en pelea por aquel apodo chistosos que en verdad sí que me hacían reír; mude de casa, de escuela, de ciudad y para ser sincero, casi de todo. Varios años pasaron haciéndome a la idea que en algún momento encontraría interesante a esta nueva ciudad; recuerdo que solía caminar de regreso a casa luego de la escuela, tratando de conocer mejor a la gente del lugar, tal vez podría hacer amigos que no sean los pocos que había hecho hasta el momento, pensaba, pero lo único que conseguí con estas caminatas fue un gran susto cuando intentaron robar mis pocas pertenencias que llevaba entonces.

Un buen día, desperté algo extrañado, me di cuenta que al mirar al espejo veía a alguien distinto, el rostro no era el mismo, sin duda había cambiado fisicamente, pero era evidente, han pasado ya varios años, pero había algo más que llamaba mi atención, esa mirada!, seguía siendo la misma, la de siempre, la que tenía cuando travesuriaba en camaradería, la que compartía, a la que le daba igual si conocía o no el nombre del otro niño, a la que no importaba la ropa que llevabas encima, o si uno u otro tenía más dinero, a la que expresaba lo que verdaderamente pensaba de los demás sin temor a ser mal visto. Luego, con el pasar de los días empezó a dar vueltas en mi cabeza, ¿por qué…?, por qué cambiar!, no es tarde, que paso con todos ellos…?, no se han perdido, no, siempre han estado ahí, siempre han estado aquí sacando una sonrisa que mantiene el momento, creo que “la vida es así…”, que en cierto modo permite darnos cuenta que todo tiempo pasado fue mejor, al menos para mí si lo fue, en nuestro día a día un instante se va, un segundo pasa, un minuto fue , pero también todo se queda aqui en lo vivido, y si no!, es mas fácil aún; correr!, saltar!, jugar!, reir!, gritar!, ser uno mismo!, el tiempo no tiene por que arrebatarlo, es tuyo, es mio, es de todos.

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