24 abril 2010

Lo que el viento no se llevó

Jueves, 20h:09; nada más cotidiano que sacar una bolsa de basura la que finalmente terminará en el carro recolector y que sea de paso solo la saco cuando está ya por reventar, ja! ja! ja!; hay un pequeño trayecto que me conduce de la puerta de entrada de la casa hacia la calle, he empezado a caminar cuando una sensación muy agradable recorre todo el ambiente y hace placentero el caminar, es algo envolvente, una brisa leve que relaja los sentidos, un ánimo que incita a meditar. Llena el aire frío que convierte a la noche y paraliza el subconsciente, será un olor o un aroma, no lo se? no me es indiferente, de pronto..., recuerdos que van y vienen, en especial la de una fecha en particular cuando marca el inicio de aquellas fiestas que señala el calendario para la ocasión. Es diciembre y en Quito mi ciudad las estrechas y empinadas calles del Centro Histórico se llenan de tan mágica esencia. Su olor proviene de un árbol denominado “palosanto”, cuya madera al ser quemada desprende un humo de color blanco que a mi gusto es digno de comparación con las ya conocidas esencias aromáticas tradicionales.

En esta fecha es muy común encontrarse por sus calles, por sus plazas, grandes y pequeñas, en horas de la tarde y parte de la noche, con personas quienes acostumbran quemar pequeños trozos de esta madera, acompañando así sus ventas de caramelos y galletas, las que tradicionalmente han permanecido por generaciones, pues diría que el "palosanto" es el complemento, su elemento sine quan non. En si el motivo que lleva a ser utilizado en las distintas fechas, en especial las de caracter religioso, a ciencia cierta no lo sé; pero, creo suponer que es por sus grandes propiedades relajantes y de meditación, el elemento fundamental que alimenta al espiritu en aquellas practicas, en verdad! sí que es así, pues siempre suelo divagar en pensamientos cada vez que siento que vuela en el ambiente, en ésta ocación se lo siente tan fuerte e intenso que es como sin el viento no puediera llevarlo tan lejos, seguro pasará algo de tiempo antes de desvanecerse por si solo.

Sin duda como hoy, hay momentos en la ciudad en los que más de una persona cierra sus ojos, deja caer su cabeza hacia atrás, respira a fondo, busca sensaciones..., momentos que traerá consigo, talvez un olor...?, un aroma...?, o tal vez un tema musical...?, para mi fue aquel envolvente y agradable olor del "palosanto".

En busca de información acerca de este árbol quedo más que sorprendido al saber que su madera es recolectada única y solamente toda vez que este ha muerto por su propia vejez y ha transcurrido el tiempo necesario para su descomposición natural, más no servirá de nada su tala a propósito, pues no emanaría olor alguno.







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