09 agosto 2010

No te mueras mi niño II - Hermanos

Como es ya de costumbre, un domingo más en casa de mi madre, estoy de visita, esta queda a pocos metros de una de las tantas iglesias que existen en el lugar, las campanas han empezado a repicar, son cerca de las tres de la tarde. Hay un programa muy bueno en la televisión el cual saca más de una carcajada a mis familiares y a mí, veo que mi madre se apresta a salir, ha tomado las llaves de la casa y enseguida ha dicho "alguien quiere acompañarme", salgo a la iglesia de aquí junto a escuchar la misa, su mirada fue como un paneo generalizado al inicio, pero luego se centro hacia donde yo estaba sentado, debió ser porque fui el único quien prestó atención a sus palabras y sobre todo quien levanto la mirada mientras los demás seguían como si nada con su atención dirigida al televisor, la verdad no pude decir que no, y es que cuando se está de visita, se hace difícil pronunciar un NO, es algo así como q los dueños de casa deciden la voluntad de hacer o no hacer tal o cual cosa con sus invitados, es decir que con mucha cordialidad uno mismo se predispone a decir SI, y a casi todo lo que propongan hacer con la o las visitas, en fin acepte acompañarla. No es que no me agrade la idea de asistir a la iglesia y participar de la misa y toda aquella liturgia religiosa del catolicismo, simplemente que hay ciertas cosas que no comparto y que a mi modo de ver son algo innecesarias; pero sin ninguna duda la fe y devoción puesta a un santo sea cual fuere la religión practicante, es algo que no cuestiono y lo respeto muchísimo. Contrario a esto es muy agradable ver como la gente del lugar ingresa presurosa a depositar su fe en busca de alivio espiritual, además que, es un lugar de encuentro sobre todo en aquellas personas de la tercera edad que aprovechan de este tiempo para distraer el ritmo de su quehacer diario.

Buenas tardes! señora Elenita! como esta!, como ha pasado! saludan con mi madre, deben ser sus amigas.

El Cura ha comenzado con su acostumbrada predica..., mientras que palabras van y palabras vienen, el evangelio se va expresando a viva voz por su locutor, casi todos y todas prestan una atención tal, que pareciera ser la primera vez que lo escuchan, sin duda es cuestión de fe; acto seguido y al concluir con el evangelio el padre se apresta al sermón, y dice:

"HERMANOS" en esta tarde os quiero decir que...

Es en este punto donde mi atención se ve distraída (más de la que ya estaba) por la voz del niño que se encontraba sentado a una banca de distancia por delante de la mía y junto a quien parecía ser su madre o tal vez su abuelita no lo se?, y mientras el sermón seguía..., este se quedaba de trasfondo y haciendo ecos al interior de mis oídos, ya que la voz de aquel pequeño niño, transfiguraba a esas las palabras que había acabado de escuchar del Cura cuando este había dicho :

"HERMANOS" en esta tarde os quiero decir que..."

Abuelita! Porque el Padre nos dice hermanos...?, no somos todos hermanos verdad! abuelita...?; que es lo que dices hijo! no te entiendo? Abuelita! el Padre nos dijo q todos éramos hermanos!. El niño ceñía sus cejas, su expresión no asentía lo que sus oídos habían acabado de escuchar. 

Pues claro me dije presuroso y sin pronunciar palabra alguna, "como que todos somos hermanos!", seguía de espectador cuando..., (un silencio paraliza el habla de la abuela..., creo que piensa..., va a responder, lo veo en su rostro), el niño que la mira fijamente y..., con voz baja su abuela pronuncia: Oh! no hijo!, lo que el Padre quiere decir es que todos debemos tratarnos como si fuéramos hermanos aun cuando no lo seamos, ósea, con el debido respeto y consideración, ayudando a los demás en lo que podamos y este a nuestro alcance. Mi atención no se distraía ni un solo instante era una escena que quizá muy a menudo se repite cuando un niño cuestiona el por que de las cosas, pero que pocas veces ponemos cuidadosa atención, como yo la tenía entonces:

La abuela y su nieto, el uno que pregunta y el otro que responde.
Un niño que cree que...;
Su abuela que desmiente lo que...;

El niño la escucha, no dice nada, solo piensa, es su turno, en que piensa aun no lo sé?, en tanto esto, ella acomoda la bufanda roja que su nieto lleva puesto, lo mira, sonríe y retorna a lo suyo.

Abuelita! "pero no somos hermanos no!", el niño ha vuelto.

La abuela lo escucha de nuevo, no dice nada, solo piensa, también es su turno, en que piensa aun no lo sé?, en tanto esto, es mi turno, acomodo mi bufanda café que llevo puesto, los miro, sonrió y retorno a lo suyo.

Hay! Martín! Martín!, mejor pone más atención a lo que el Padre nos dice ya! son las últimas palabras que su abuela ha dicho antes de dejar de prestar su desinterés a la inquietud de Martín.

La abuela ya no escucha, no dice nada, no piensa, ya no es su turno; Martín ya no pregunta, no habla, no dice nada, solo mira; en tanto esto, tampoco escucho nada, no cuestiono, no los miro, no sonrió, solo retorno a lo mío.

"No hay nadie más ciego que aquel que no quiere ver, ni nadie más sordo que aquel que no quiere escuchar, ha dicho sabiamente la cultura popular".

Dar una respuesta con lo simple, puede necesitar más que la lógica común de un rápido pensamiento sobre todo cuando es a un niño a quien se pretenda dar una respuesta.

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