No te mueras mi niño - El Caballo

Siempre he quedado maravillado al ver a un niño cuando hace una pregunta a una persona adulta, puede ocurrírseles sobre cualquier tema, de forma espontanea y no planificada, algo que les llama la atención o simplemente preguntar por preguntar; recordando un poco las palabras que en alguna ocasión escuche decir a una pequeña niña, ésta decía simplemente “porque si”, convirtiéndose ésta corta y sencilla frase en algo irrefutable, al menos para mí sí que lo fue; y es que un niño sin duda es una caja de sorpresas, nunca se sabe con qué pregunta indiscreta podrían salir, creo que la clásica de todo niño en alguna etapa de sus pequeñas vidas será aquella cuando su curiosidad pregunta ¿papá como nacen los niños…? Interrogante dirigida cual baldazo de agua fría, súbito de colores al rostro y uno que otro balbuceo al intentar responderla, sería más fácil cambiar de tema, pero no!, nada más se alargaría la tortura, quedará abierta su incógnita la que volverá a recodarla a menos que mamá sea quien finalmente la responda. Etapa cuya interrogante del “porqué de los porqués” se toma sus sentidos que ansiosa pretende descubrir algo nuevo, aunque su lista interminable de preguntas pueda cansar al más paciente.

Es entrada la tarde y hay tráfico vehicular bastante denso, mientras voy a bordo del colectivo, esta lentitud permite detenerse a mirar, pensar, observar todo aquello que transcurre a su alrededor; la gente en el colectivo se muestra cansada o diría mejor relajada, pues casi concluye una jornada más de su quehacer diario, hay quienes prefieren al periódico de la tarde a pronunciar palabra alguna, pocas personas conversan y otras simplemente miran perdidos por la ventana, quizás se avizoran a lo que mañana les toca vivir, mientras tanto una sutil voz se adelanta a la situación que su padre se apresta a revelar, es la de una niña, su pregunta va encaminada hacia algo que segundos atrás ella había observado por la ventana que da a su asiento, esto llamó su atención; y...

- Papá!, ¡ese caballo se va a caer...!

- Como...? responde su padre

- Si!, ese caballo se va a caer

Transcurre un par de segundos y el padre que reacciona, alza la mirada y ve aquello que su hija le señala por fuera del colectivo. Su progenitor, escucha sin sentido, la insólita inquietud, no se molesta en pensarlo ni tan siquiera un poco; y...

- No hija! ese caballo no se va a caer, está muy bien construido y pegado a sus bases (respuesta irrefutable del padre)

- Y la niña que afirma, ¡Papá! ¡ese caballo se va a caer!

Lo que la niña tarda en observar y responderse a sí misma, el padre demora tan solo un instante en dar su afirmativa respuesta. La hija manejaba su imaginación tan vivaz al ver como ese caballo iba a terminar desbocándose ya que más de la mitad de su cuerpo y la del jinete parecían saltar hacia el vacio, como si no respondiera a las ordenes de quien lo dirige, sin duda algo trágico para el sentir de una infante.

Aquello de estar bien pegado, para el padre tiene su explicación lógica y centrada, aquel jinete y su caballo evidentemente no se caerán, es un monumento muy bien erguido y con bases solidas, algo que también yo lo pensé…, de pronto el desatasco del trafico, el movimiento cambia mi forma de pensar, lo revuelve; a que se refería la afirmación de la niña…?, de pronto! una sensación repentina..., su afirmación..., se iba convirtiendo en una revelación que minutos atrás vendaban mis lógicos pensamientos al igual que la de su padre, su imaginación vivaz ahora se hacia parte de la mía permitiendome comprender el verdadero sentir de aquella niña, la que manejaba una perspectiva diferente en sus ideas; espacio-tiempo, acción, movimiento eran parte de su vision mediatica.

"No hay nadie más ciego que aquel que no quiere ver, ni nadie más sordo que aquel que no quiere escuchar, ha dicho sabiamente la cultura popular".

Dar una respuesta con lo simple, puede necesitar más que la lógica común de un rápido pensamiento sobre todo cuando es a un niño a quien se pretenda dar una respuesta.